Gente adorable.

sábado, 12 de mayo de 2012

Lucas Blevins, 2.2

- ¿ No te aburriste? - los ojos felinos de Samantha me escrutaban con curiosidad.
Y yo me limité a encogerme de hombros y negar a la par que decía:
- Quitando el dolor de los golpes... - y escuché una suave carcajada de ella.
De forma inesperada me subió la camiseta y la chaqueta, a lo que reaccioné alzando los brazos y agachando la cabeza para ver también que los golpes se habían tornado más violáceos. Chasqueé la lengua y la miré de reojo; movisqueaba los labios examinando mi torso, el cual tensé levemente. Me daba vergüenza, me cohibía la manera de actuar de ella. Hizo una mueca y recolocó mi ropa, sonriendo. Tenía un aire infantil tan... ¿ atractivo ?
Samantha era guapa, muy guapa. Sus ojos, como antes dije, eran felinos, negros y grandes, rasgados levemente hacia arriba y achinados al sonreír, momento en el que unos sutiles hoyuelos se marcaban en sus mejillas. Encima, era morena, me chiflab...
- Mañana no te dolerá tanto. - mientras ella hablaba, Max se incorporaba a la conversación.
Seguimos caminando en silencio, escuchando cómo el arrastre de los pies del otro chico se proyectaban sobre las desiertas calles. Hasta que nuestros caminos se bifurcaron.
- Yo voy por ahí. - y señalé la calle que bajaba hacia la vieja estación de trenes.
- Nosotros seguimos recto. Llámanos con lo que sea, tío. Espero que te vaya mejor con ese grupo de animales.
La chica asintió, reafirmando las palabras de su hermano.
- Está bien, hasta... mañana. - me despedí sin saber muy bien si volvería a cruzarme en el camino con ellos, o quizá con inseguridad a la hora de creer que ellos me considerasen " colega " suyo.
Una apretón de manos con M, y un abrazo impregnado del aroma semejante al algodón de azúcar con Samantha.Separamos nuestros caminos, y al pasar por la estación de tren pude ver cómo las personas habían tomado los pocos trenes que había por la noche para acortar distancias en las zonas del estado de Nueva Jersey. Algunos con un par de copas de más.
Y más desierta que ninguna, la calle donde estaba mi casa. Alcé la vista para situar las ventanas de mi casa, encontrándome con que las luces de mi apartamento estaban encendidas.
¿ Mi madre ? Era imposible. Se había ido a Atlantic City hacía varias semanas.
" ¡Joder, las heridas ! " Chasqueé la lengua y saqué del bolsillo de mis vaqueros las llaves de casa, abriendo el portal y llamando al ascensor. Crucé los brazos y esperé, entrando una vez las puertas se abrieron. Pulsé el número dos y me miré en el espejo, echando un vistazo a mi rostro. No se me notaba demasiado la herida de la ceja, y el hinchazón de la nariz no era apreciable a simple vista. Y mi mente me hizo pasar una mala jugada al sonreír como un idiota al recordar las carcajadas y la situación tan cómica de unas horas antes, cuando Samantha le curaba las heridas. Abrí la puerta de casa y entré, viendo que en el recibidor había más de una maleta, y desde luego que no era suya. Al lado del equipaje de mi madre había una maleta de grandes dimensiones color rosa. Había vuelto, pero no sola...
La puerta de la cocina se abrió y mi madre se abalanzó a mis brazos, proporcionando repetidos, sonoros y húmedos besos en mis mejillas, dando leves grititos de euforia. Correspondí a su abrazo y miré por encima de los brazos de mi madre. Unos ojos azul celeste me escrutaban desde la puerta de la cocina. Unos ojos tímidos, que al tropezar con los míos, fueron acompañados por una amplia sonrisa adornada con una ortodoncia dental...

domingo, 11 de diciembre de 2011

Lucas Blevins, 2.1

El vientre me dolía al reír. Malditos cardenales...
-¡Hey!-una voz masculina nos saludó.
Giré la cabeza para mirar de quién se trataba, encontrándome con el otro chico que me ayudo con la pandilla del chico rubio. Llevaba una bolsa de papel bastante grande abrazada contra su pecho.
-Ya era hora.-protestó Max.
Todos sonreímos, el muchacho me estrechó la mano y me preguntó cómo estaba.
Al cabo de un rato, Max se puso en pue y miró hacia los lados.
-¿Y mi hermana y Josh? Ha pasado mucho tiempo.
Un momento... ¿¡eran hermanos!? Y yo, que pensaba que era un grupo de "amigos" tipo amor libre...
-Déjalos, sabes que ella sabe pararle y se sabe defender.-Alisson defendía a la chica ausente.
Miró a su hermano, el cual clavaba sus ojos azules en los marrones de ella, con una mueca seria, suplicante. Ahora que me fijaba, tenían expresiones y rasgos físicos iguales, o muy parecidos.
-Yo no voy a ir a por ella.-sentenció la misma, finalmente.
Chasqueó la lengua y resopló, volviendo el rostro hacia Peter.
-Ah, no, luego Josh se pica conmigo. -y sacudió la cabeza.
-Max, a mi ni siquiera me mires.- me apresuré a decir, haciendo que todos estallasen en carcajadas.
-Ve tú.-volvió a hablar Ali.
-Sabes de sobra que como vaya volverá a reprocharme que no confío en ella.
-¿A caso no es verdad?
Max resopló nuevamente y agachó la cabeza, sentándose en el capó del coche. Peter suspiró de forma exagerada, teatral, y le dio la bolsa de paper al chico de pelo negro.
-Ya voy yo, joder-y sonrió mientras se encaminaba a la salida del lugar.- ¡Me debes unas cuantas, enano!
Me limité a escrutar la escena, dando ligeros golpes con la punta del zapato a una pequeña piedra.
-Fui demasiado bruta...-murmuró Ali al cabo de unos minutos.- Perdón, Maxxie.-y pasó el brazo por sus hombros, dándole así algo parecido a un abrazo.
Él negó con la cabeza y dio un beso en la mano de ella. Allí, todos menos Josh y Samantha parecían hermanos.
Al poco rato, los tres que faltaban llegaron a donde estábamos. 
Miré mi reloj de pulsera; se estaba haciendo tarde, tenía que irme a casa.
Reí por lo bajo al observar lo mucho que ambos hermanos se decían con un par de gestos y miradas.
-Yo me voy ya, chicos.-anuncié, sonriendo con los labios pegados.
Capté la atención de ellos dos y asintieron.
-Nosotros también, así que te acompañamos.-y Max también se puso en pie.
Observé la mueca de Samantha y la sonrisa divertida de Alisson. Los otros dos chicos estaban algo alejados, y fumaban sentados en el suelo.
-Max...-dijo su hermana-...un ratito más.
Él negó con la cabeza y echó a caminar hacia la salida, dispuesto a salir del lugar. 
La chica resopló, haciéndose levantar el flequillo negro y se despidió con un abrazo a su amiga y agitando la mano para decirle adiós a sus amigos. Me miró y esbozó una bonita sonrisa para dejar ver sus alineados y blancos dientes. Se la devolví de igual manera y ambos caminamos, más bien correteamos, hacia su hermano.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Samantha Hendersson, 1.9

Nos metimos en el primer callejón que encontramos. Me soltó para colocarse frente a mi, haciéndome retroceder hasta encontrarme con la pared a la espalda. Sonreí débilmente, agarrando los cordones de la capucha de su sudadera, y le acerqué a mi boca, juntando ambas.
Nos besábamos con ganas. Cada vez quedaba menos espacio entre nuestros cuerpos. Tenía calor, notaba mis mejillas calientes. Debía tenerlas enrojecidas. Las manos de Josh bajaban por mi cintura, deslizándolas hasta dejarlas quietas sobre mi trasero, reaccionando de forma que fruncí el ceño. Había algo que me frenaba,
y algo que quería que siguiese, que acelerase. Me sujetó ahora de los muslos y me cogió en peso. De un pequeño impulso me sujeté con las piernas alrededor de su cintura, apartándome para mirarle. Me devolvió la mirada, con una leve sonrisa y me estrechó entre la pared y él, sujetándome así.
Comenzó a besar mi cuello, y a desabrochar mi chaqueta. No quería seguir. No era ni el momento, ni el lugar para que sobrepasásemos los besos y las caricias.
-Josh...-murmuré, encogiendo el cuello, llevando las manos a la altura de sus clavículas, haciéndole hacia atrás.
Emitió un leve gruñido y me depositó en el suelo. Suspiré, y le miré a la par que me subía la cremallera de la chaqueta.
Se llevó la mano a la nuca, y agachó la cabeza, mirando al suelo.
-Lo siento, Sam.
Un nuevo suspiro asomó por mis labios, esbozando después una leve sonrisa torcida y negué.
-No pasa nada. Vamos con los demás, anda.
Eché a caminar hacia fuera del callejón, con la cabeza gacha y las manos en los bolsillos, manera de la que andaba normalmente; cuando por sorpresa me choqué contra alguien. Alcé la vista, encontrándome con nuestro amigo Peter, el cual emitió un leve quejido ante el golpe.
-Vaya-él sonreía al percatarse de que era yo.- buscándoos estaba.
Sonrió al ver a Josh a mis espaldas.
-¿Y eso por qué?-dijo este último.
-¡Max!-murmuró, diciendo el nombre de mi hermano entre sonoros tosidos, haciéndonos reír.
-Bueno, nos están esperando, vamos- Josh dio un leve empujón a Peter para que él se girase, comenzando a caminar con nosotros.
Silencio. Sólo se escuchaba arrastrar los pies a Josh. Como siempre. Entramos al lugar donde estaba el autocar abandonado, encontrándonos a los tres que faltaban en "fila", sentados en el capó del coche.
Alisson bebía cerveza, Max y Lucas simplemente hablaban. Nos colocamos frente a ellos. Miré a mi hermano, el cual me escrutaba y alzaba la cabeza ligeramente, de forma interrogante. Negué con una leve sacudida de cabeza, algo disimuladamente. Difícil disimular en mi.
Volvió a tornar su rostro tranquilo, algo más alegre. No entendía el por qué de su desconfianza hacia Josh, pero tampoco le daba vital transcendencia...

sábado, 1 de octubre de 2011

Samantha Hendersson, 1.8

La tarde pasó bastante rápido. Estuvimos viendo un rato la televisión en la vieja pantalla que habías conseguido en una tienda de electrónica.
Una vez anocheció, los tres nos pusimos en marcha hacia el descampado.
Intercambié algunas miradas furtivas con Lucas. Sonrisas tímidas. Disimulo después. Lucas nos invitó  aun perrito caliente y a un refresco para cenar. Las bromas entre mi hermano y él transmitían total complicidad. Se habían hecho buenos... colegas.
Doblamos la esquina, caminamos a lo largo de la verja de hierro y yo correteé hasta el coche en ruinas para el encuentro de Josh y Alisson. De un brinco, subí al capó y los saludé con un pequeño abrazo a cada uno. Estaban sentados en el techo del automóvil. Me quedé apoyada sobre la luna del coche, algo agrietada.
-¿Y Peter?-preguntó Max una vez se acercó al coche, junto con el chico de ojos verdes.
-Vendrá más tarde-se limitó a decir Ali.- con refuerzos...-y saltó al suelo, cogiendo del interior de la guantera del coche (la cual ni siquiera tenía puerta) una docena de botellines de cerveza, en una pequeña caja de cartón.
Alzó los brazos, y Max se apresuró a arrebatarle la caja, colocarla sobre el capó y abrirla. Cogió una y la abrió con el abridor que contenía en su interior, dando un largo trago.
Lo observé desde arriba, frunciendo el ceño levemente. Me acuclillé y, sin pedirle permiso a nadie, hice lo mismo. Bajé del coche, sentándome en el lateral del mismo. Lucas estaba cohibido. Sonreí para mi misma y pisé levemente la punta de su zapato, llamando así su atención. Alzó ligeramente las cejas mirándome, y ambos soltamos una carcajada cuando él recordó su herida en la ceja.
-Eh, ¿no le preguntáis a Lucas cómo está?-y giré la cabeza para mirar a Ali, y a Josh.
La primera esbozó una leve sonrisa a la par que tragaba la cerveza que tenía en la boca.
-¿Te curó S?
Lucas sonrió y asintió. Le ofrecí mi botellín y negó con la cabeza al verme hacer.
-¿No bebes?
-No tengo muchas ganas ahora.
-¿Algo en especial?
-Hm... ¿me han pateado el estómago?
Volvimos a reír. Mantuve la sonrisa una vez cesaron las carcajadas.
-Te sentarán bien-y paseé la punta de la lengua por las comisuras de mis labios.
-Igual sí-y me arrebató la bebida de las manos, dando un largo trago. Una vez lo hizo, expulsó algo de aire por la boca, sonriendo después.- Sentó bien.
Entreabrí los labios ligeramente, curvándolos después en una sonrisa divertida. Alguien dio un tirón de mi pelo, hice una mueca y miré hacia arriba. Josh sonreía, e hizo un gesto con la cabeza. Dar una vuelta. ¿Cuántas veces me habría hecho ese gesto? ¿Mil quinientas?...
Asentí con la cabeza y miré a Lucas; se había integrado con Max y Alisson.
Josh bajó del coche y se alisó la sudadera que lucía. Pasó su brazo mis hombros y ambos salimos del descampado, caminando calle arriba.

jueves, 25 de agosto de 2011

Samantha Hendersson, 1.7

El trayecto a casa fue un poco agotador. Cuando llegamos, le dejamos con cuidado sobre el sofá.
-Voy a ducharme-musitó Max.-Cuídalo, S.
Asentí con la cabeza y me quité la chaqueta de cuero, dejándola tirada en el suelo. Me apresuré a ir a por el botiquín al escucharle toser.
Pude escuchar el agua del grifo del baño. Fría, pero al menos había agua, hasta que pagásemos las facturas atrasadas. Llené un recipiente semejante a un cuenco de agua, llevándolo al salón junto con el botiquín. Deposité las cosas sobre la mesa, y me arrodillé frente al sofá.
De su ceja derecha brotaban gotas de sangre, y de su nariz chorreaba la misma sustancia rojiza.
Tomé un pedazo de algodón y puse alcohol en el mismo. El muchacho parpadeaba de forma pesada.Llevé el tejido empapado en tal líquido a su ceja, y siseé al escuchar su alarido de dolor.
-Eh, eh, calla. Aguanta.- murmuré.
-D..due..duele.-se quejó, llevando automáticamente la mano a mi muñeca, tratando de apartarla.
-Escucha, hay que curarte. Prometo ir con cuidado.-le miraba en todo momento, zafándome de su mano.- ¿Cómo te llamas?
El muchacho resopló y apartó la mano de la propia, posándola sobre su vientre.
-Lucas.-dijo en un suspiro.
Esbocé una sonrisa lateral. Di pequeños y suaves toquecitos en su ceja hasta hacer desaparecer la sangre.
-Yo soy Sam.-terminé diciendo, mirándole a sus ojos.
Volviendo a perderme en los mismos.
-Lo sé. Escuché al chico gritar tu nombre varias veces.-y esbozó una agradable sonrisa.
Asentí, humedeciéndome los labios de forma inconsciente. Estuvimos en silencio bastante tiempo. Curé su ceja y después lo hice con su nariz, siseando entre suaves carcajadas ante sus quejidos y sus divertidas muecas de dolor.
Una vez lo hice, miré su rostro en general. Estaba mucho mejor.
-Listo.- acaricié su pelo, echándolo hacia atrás.- ¿Te duele algo más?-Me incorporé, poniéndome en pie y mirándole, analizando al chico de pies a cabeza.
Asintió, quejándose al presionar levemente los dedos en su vientre.
Me volví a acuclillar, desabrochando su chaqueta y subiéndole la camiseta que ataviaba debajo. Tenía algunas magulladuras. Pero me llamó más la atención su vientre, sus músculos definidos, bien trabajados.
Mordí por dentro mi labio inferior y parpadeé, cogiendo una pomada y aplicándola en mis dedos, para luego masajear el círculos cuidadosamente sus moratones. Notaba su tensión en el cuerpo. Aún seguía acuclillada a su lado y desplacé la vista hacia su cara. Tenía los ojos cerrados y los labios apretados. Aparté los dedos índice y corazón de su cuerpo, y terminé sentándome en el suelo. Con las piernas cruzadas a lo indio. Recogí el botiquín y lo quedé en mi regazo, en silencio.
-¿Cómo va?- Max había entrado en el salón, con ropa limpia y el pelo mojado, el cual cubría su frente y algo los laterales de la cara.
-Lucas ya está curado-sonreí, levantándome del suelo y llevando el botiquín a su sitio ante la atenta mirada de mi hermano y Lucas.
Regresé al salón y me senté en uno de los brazos del sofá, mirándoles.
-¿Y por qué habéis liado tal pelea?
-Suelen llegar al túnel o a cualquier sitio donde estamos nosotros, y parece que se divierten insultando y pegando a los nuestros. Ayer, llegaron los tres a la parte cercana a los muelles y nos amenazaron.-tomó aire, tosiendo leve, y después continuó.-más bien, me amenazaron a mi...
Ambos escuchamos con interés. Asentimos con cierto cabeceo.

martes, 23 de agosto de 2011

Samantha Hendersson, 1.6

Miró nuevamente la escena. Se irguió y me hizo una señal para que me quedase en el sitio, entregándome su teléfono.
-Llama a Peter-y salió a la ayuda del muchacho.
Tragué saliva y tomé una bocanada de aire. Tecleé con rapidez y cierto nerviosismo el teléfono de Peter. Tres largos tonos...
-Dime, Max.
-Soy Sam. Necesitamos que vengas al túnel de la estación antigua. Pelea, hay tres.-me asomé nuevamente y pude ver a mi hermano golpeando al chico rubio. El chico de la chaqueta beige estaba tumbado en el suelo. Agazapado. Seguía dándome la espalda. Volví a erguirme y comencé a hablar nuevamente, atropellando las palabras.- Rápido, Peter.
Colgué el teléfono y lo guardé en el bolsillo trasero de mis vaqueros. Respiré hondo y al escuchar nuevos alaridos de dolor, me asomé para mirar a los chicos enfrentados. Pude ver al muchacho que comenzó la pelea tambalearse y ponerse en pie. Se acercó a Max y propinó fuertes patadas en el costado del que parecía el líder del grupo, el des muchacho rubio. Uno de ellos había desaparecido. Sacudí la cabeza y fruncí los labios para reprimir el poder gritar el nombre de mi hermano. A los pocos minutos, Peter y Alisson saltaron el poyete y él me puso la mano en el hombro. Hice un movimiento con la cabeza con los ojos algo vidriosos y el chico echó a correr para ayudarles.
Alisson se asomó, apartándose después para abrazarme. Siseó.
Escondí la cara en su hombro. Notaba el modo en el que mesaba mi pelo y se movía un par de pasos hacia un lado para observar la escena. Era extraña la tranquilidad y serenidad que aparentaba en ese momento de tensión.
Podía oír alaridos de dolor, y golpes. Debían ser fuertes. Apreté los párpados y absorbí por la nariz .Rompí el abrazo y me giré, estábamos situadas en medio de la vía. Pude ver cómo ahora miraban todos la vía del tren, en sentido contrario a nosotras.
-El tren.-murmuré, cuando de repente el sonido de la máquina.
Miré a Alisson, la cual se llevó la mano a la boca, para emitir un fuerte silbido, llamando la atención de los chicos, los cuales se apresuraron a salir del lugar. Observé cómo sujetaban al chico al que habían ayudado y corrían con él cogido en peso.
Debía de dolerle todo el cuerpo por sus muecas. Salimos del túnel y Ali subió el muro. Yo esperé a los chicos, ya que tardaron muy poco.
-¡¡Samantha, sube!!-se limitó a gritar mi hermano.
Obedecí. Era todo muy extraño. Las cosas estaban pasando muy rápido, más incluso que la velocidad del tren. Una vez arriba, sujeté la chaqueta del chico moreno, tirando de él para ayudarle a subir. Ali me ayudó. Peter y Max subieron de un salto, y ayudaro nal muchacho a subir el poyete, junto con nosotras.
-¿Qué vamos a hacer con él?-pregunté, observando ahora su cara.
Estaba con los ojos algo entrecerrados, pero pude ver el color de los mismos. Eran verdes, como si de un par de esmeraldas se tratase. Tenía gotas de sangre por el rostro, y cabeceaba, incapaz de erguirse demasiado.
-Vamos a casa a curarle, anda-y mi hermano me hizo una señal para que le ayudase a llevarlo a cuestas.
-Gracias.-susurró en un débil murmullo el muchacho.
Nos limitamos a esbozar todos una pequeña sonrisa y volvimos a dividirnos.
Ojeé de nuevo al chico para luego mirar a Max, el cual me sonrió.

domingo, 21 de agosto de 2011

Samantha Hendersson, 1.5

La comida pasó entre sonrisas, bromas y alguna que otra carcajada. Después, decidimos quedar por la noche. En el descampado de siempre, sobre los coches abandonados.
Nos desviamos una vez salimos del asador, cada uno tomó su camino. Max y yo nos fuimos a dar una vuelta. Solíamos ir a la antigua estación de trenes. En esos momentos, a penas circulaban trenes, salvo algún que otro ferrocarril con una par de vagones. Nos divertíamos cruzando justo antes de que el tren nos pudiese arrollar. Sobre todo en uno de los túneles. Allí había siempre algún que otro grupo de muchachos.
Hacían graffitis. Max nunca quería acercarse a ellos. Me advirtió de que nunca fuese sola allí, que podía acabar mal parada. Sí, más aún de lo que estábamos. Caminábamos agarrados de la mano, siempre era así. Entrelazó los dedos con los míos y me miró. Me vi reflejada en sus ojos claros. Sonrió ampliamente, borrando la mueca con rapidez para tornarla en una de dolor, llevándose la mano libre al labio, de donde brotó un pequeño hilo de sangre.
Chasqueé la lengua y ejercí algo de fuerza sobre el dorso de su mano con los propios dedos.
-¿Quién ha sido?-murmuré.
Se encogió de hombros. Sacudió la cabeza y suspiró.
-Esta vez no fueron ellos.- se refería al grupo para el que trabajaba, si eso podía ser un trabajo...
Si no les llevaba el dinero suficiente en cada hurto... Se quedaba sin la parte del dinero que le correspondía. Y, dependiendo de las ganas que ellos tuviesen de atizarle a alguien... los golpes eran más o menos graves.
Suspiré y solté su mano, cruzándome de brazos. No quería saber nada más. Una vez llegamos a la estación, salté el pequeño poyete del último andén, cayendo al suelo en un ágil movimiento. Me giré para mirarle y seguí con la mirada la trayectoria de su salto.
-¿Vamos al túnel?-le miré, atusando mi flequillo, ya por simple costumbre.
Se encogió nuevamente de hombros. Arrastré los pies por el suelo, repleto de piedras en su mayoría pequeñas. Me siguió. Escuchaba una conversación en el túnel, eran susurros que cada vez aumentaban de volumen.
Max se colocó a mi lado. Hizo amago de hablar, pero chisté para seguir escuchando.
-Eres muy gallito con tus amigos, ¿no? Ahora tú solito...
-¡He venido! ¿Qué más queréis? No entiendo por qué me decís ahora nada.
-Cállate.- sentenció una voz masculina.
-Los cobardes sois vosotros. ¡Tres contra uno! -y el chico que hablaba anteriormente añadió a su desafío una carcajada irónica- Sois unos hijos de puta. No os acerquéis a nuestros amigos y familia, id a buscar otro sitio al que incordiar.
Mi hermano tiró de mí. Zarandeé el brazo hasta zafarme de él y di sigilosas zancadas hasta esconderme en la esquina que formaba el final del túnel y el andén. Max correteó para ponerse detrás de mi. Me llevé el dedo índice en vertical a los labios, para evitar que hablase. Me asomé, viendo ahora la escena. Un muchacho alto, moreno, estaba de espaldas a nosotros.  Llevaba una chaqueta beige y marrón con gomas elásticas en los puños de las mangas y en el borde inferior de la misma. Unos vaqueros oscuros, y unas zapatillas deportivas.
Tenía los puños crispados y las piernas algo separadas. Tenía la espalda ancha, algo encorvada hacia delante.
Frente a él se encontraban tres chicos más. Todos con sudaderas anchas y encapuchados.
Con mirada desafiante. El chico rubio del medio se frotaba las manos. El de la derecha, guardaba las manos en los bolsillos, y el muchacho de la izquierda sostenía un bote de pintura en spray en las manos.
Pude ver que tenía la mano algo manchada de rojo. Busqué con la mirada alguna pintada roja. Encontré unas cruces en forma de aspa sobre otros graffitis.
-El túnel es nuestro.-afirmó el chico de la izquierda, pelirrojo, señalando las pintadas rojas.
El chico que estaba solo emitió un sordo gruñido y, sin medias palabra, arremetió con el que acababa de hablar. Propinó un fuerte puñetazo en su rostro, a lo único que le pudo dar tiempo puesto que el muchacho rubio lo sujetó por los brazos, dejando su pecho sin ninguna protección. Mientras que el agredido dejaba caer la lata de spray al suelo y se apartaba, lamentándose con la mano en el tabique nasal; el chico restante comenzó a golpear al chico moreno en la cara y el vientre. Cerré los ojos con fuerza y me giré, mirando a Max.
-¡Haz algo!- grité en un susurro.


Dedicado a: I.G.