Gente adorable.

jueves, 18 de agosto de 2011

Samantha Hendersson, 1.2

Saqué las llaves de casa del bolsillo de mi chaqueta. No había echado la llave. Suspiré, y abrí la puerta dando el pequeño giro al objeto. El chirrido de la puerta era ya casi habitual. Allí estaba Max. Con Josh, el cual se apresuró a saltar al suelo desde la mesa del salón, dándome un empalagoso abrazo. Le dejé hacer, chasqueando la lengua, con los brazos alrededor de su cintura, correspondiéndole el abrazo con a penas fuerza. Noté que desplazaba los labios desde la base de mi cuello hasta la mandíbula, tratando de llegar a mi boca. Arrugué la nariz, apartándome, ladeando la cabeza para rechazarle así.
-Eh, tú. Déjala, anda.- Max puso la mano en el hombro de él, apartándole de mi.- Que es mía.-y me abrazó por la cintura.
Reí al notar lo que hacía y al sentir su holgado abrazo. Observé su rostro, fijándome en su labio inferior. Una herida. Suspiré otra vez, pasando la yema de los dedos por la pequeña raja que hacía la herida.
-¿Y esto, Max?
-Qué va a ser, otro... trabajo.-escupió la última palabra con cierto odio.
-Josh...-mi hermano rechistó al escuchar lo que me dijo.
-Máximo-le llamé, sabiendo de sobra que no le gustaba que le llamase así.- Deja de trabajar en eso-sentencié, con tono autoritario.
Rodó los ojos, y ahí me di cuenta que no iba a hacerme caso. Resoplé algo malhumorada y me deshice de sus brazos. Le di un beso en la mejilla, fijando ahora mis ajos oscuros, negros, por unos momentos en los de él, tanteando con la mano derecha su cuello. Aparté la mano, arrojé las llaves al sofá y entré en mi habitación, asegurándome de que el portazo que propinaba se hiciese audible en el salón.
Estaba preocupada, esta vez no había sido demasiado, pero otras veces las heridas habían sido mucho más graves. No quería que lo siguiente fuese la muerte. Sin Max. Emití un leve gruñído de desesperación y me dejé caer en la cama. Bocarriba, en silencio. Podían escucharse las risas y voces de Josh y de mi hermano desde donde se encontraban.
Lo que hubiese dado en ese entonces para estudiar... pero no podía hacerlo. Todos me necesitaban.
Parpadeé varias veces, cerrando los ojos después. Me quedé dormida, con cansancio. La noche anterior a penas había dormido...

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