Gente adorable.

viernes, 19 de agosto de 2011

Samantha Hendersson, 1.3

-Samantha, Sam...-murmuraba mi hermano, acuclillado frente a la cama. Acariciaba mi brazo.
Fruncí el ceño y emití un leve gruñido. Abrí los ojos, observando a Max.
-Vamos a comer. Nos están esperando-y se irguió, sentándose en la cama.
Me giré, quedando bocarriba y me froté ligeramente los ojos. Bostecé, mirándole de reojo y me senté en la cama. Ambos conocíamos mi enfado.
-Prometo dejar todo eso, pero dame tiempo, S.
-No quiero que te pase nada, joder.-y me coloqué a su lado, calzándome las botas. Suspiré y me levanté, estirándome con los brazos alzados, tomando una bocanada de aire después.
-Vamos-me dijo, dándome un beso en la frente, sobre mi flequillo.
Alcé los brazos, enredándolos alrededor de su cuello y él me estrechó entre los suyos, elevándome del suelo un palmo. Caminó conmigo en peso hasta la puerta, abriéndola para salir a la calle. Me depositó en el suelo bajo la atenta mirada del grupo. Los presentaré:
Josh; era amigo nuestro desde los cinco años. Estaba en el orfanato cuando llegamos Max y yo. Tenía dieciséis años, igual que yo. Los tres salimos de aquel infierno del orfanato hacía un año, y habíamos estado juntos desde entonces. Nos gustábamos, había atracción física. Nos habíamos besado alguna vez que otra, pero nunca pasábamos a más. Se encargaba de "trabajos sucios" con Max, ambos eran inseparables. Solíamos estar todos juntos, pero era demasiado empalagoso conmigo... No lo soportaba. Pero siempre me cuidaba. Era también como mi... ¿hermano? Pero con algún que otro roce. Alto, con los ojos color chocolate. Pelo castaño oscuro, algo largo, y tapaba su frente con un flequillo ladeado.
Después, estaba Peter. Él tenía veintitrés años. Lo conocí cuando mi hermano quiso comprar un arma al salir del orfanato. Vendía armas ilegales para salir adelante, junto con su pareja Alisson. Solía ser bastante serio, pero con nosotros era distinto. A Max, era al que más seguridad le daba, y aún sigue detrás de él para conseguir una simple pistola.
Era algo bajo, y tenía el pelo corto y negro. Ojos claros, de color verde. Solía llevar ropa holgada. Conoció a Ali en uno de los lugares donde traficaba con las armas blancas. Surgió el amor entre ellos a los pocos meses.
Y por último, Alisson. Ella era delgada y de estatura casi igual a la de Peter, quizá algo más alta que él con tacones. Su pelo era rubio, pero lo cambiaba constantemente de color. Sus ojos eran azules. Se fue de casa al alcanzar los diecisiete años, harta de los maltratos que recibía de sus padres. Algo desvalida, se dejó llevar por una pandilla de asesinos a sueldo, y aprendió a no sufrir ni tener piedad. Asesinó a personas inocentes por dinero. Salió de aquel mundo gracias a Peter. Lucía un piercing en el ombligo, el cual enseñaba cada vez que tenía ocasión.
Y allí estaban los tres, mirándonos. Bajé al suelo y los miré por debajo de mi flequillo. Esbocé una sonrisa, mostrando mis alineados dientes.
-Hola- saludé, de forma espontánea.

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